Junio ya ha llegado y, con él, la subida de temperaturas, los días más largos y el disfrute de un paseo por la playa o un helado en la terraza de un bar. El verano está a punto de aterrizar con nosotros, de ahí que ya sean muchos los que estén pensando en las vacaciones, sobre todo, aquellas personas con algún problema de movilidad o discapacidad. Porque aún queda mucho por hacer para que nuestro país acoja un turismo accesible.
Por turismo accesible no solo se entiende el hecho de viajar a otra ciudad, hospedarse en un hotel y disfrutar de unos cuantos días tumbados en la playa o visitando monumentos. También que ese hotel, esa playa o esas atracciones turísticas sean accesibles para personas con discapacidad.
Según Jesús Hernández, director del área de Accesibilidad Universal e Innovación de la Fundación ONCE y vicepresidente de la Red Europea para el Turismo Accesible, son más de 780 millones los viajes que las personas con discapacidad realizan durante sus vacaciones.
Turistas que a la hora de planificar su viaje deben asegurarse de que el hotel en el que se vayan a hospedar cuenta con ascensores adaptados a sillas de ruedas; que los autobuses y las estaciones de metro tengan plataformas elevadoras o que en la playa a la que van a ir hay rampas, pasarelas y sillas anfibias.
Con el objetivo de facilitar dicha labor, la Unión Europea ha desarrollado el Sistema Europeo de Indicadores de Turismo (ETIS, en sus siglas en inglés), donde se incluye una sección sobre inclusión y accesibilidad. Entre los indicadores relacionados encontramos el porcentaje de habitaciones accesibles, el de transporte público o los restaurantes que cuentan con información accesible.
Según la Plataforma Representativa Estatal de Personas con Discapacidad Física (PREDIF), “el turismo accesible solo existe cuando la accesibilidad se ha incorporado a toda la cadena de valor del turismo”. Una idea que apoyamos desde Ascensores Abando.