Quién más y quién menos sabría definir bien qué es un ascensor. Una especie de plataforma que instalada en un edificio nos ayuda a movernos entre planta y planta, olvidándonos de las tediosas escaleras. Pero el ascensor no es el único aparato destinado a la elevación de personas y objetos dentro de un edificio.
Según el diccionario de la Real Academia Española, un montacargas es un ascensor destinado a elevar pesos. Dicho de forma más concreta, es un ascensor de mayores dimensiones que se utiliza para subir objetos más pesados, pero también a transportarlos de un lugar a otro.
El ejemplo más claro de montacargas es aquel que vemos en las obras. Esta plataforma se instala en las paredes del edificio en construcción y son empleados para que los albañiles transporten el material y puedan trabajar en las alturas.
Pero también existen otro tipo de montacargas, idóneos para otro tipo de trabajos. Es el caso del montacargas móvil. Parecido a un coche, sirve para cargar y descargar mercancías en camiones o llevarlas de un lado a otro dentro de un almacén.
De igual forma, este tipo de montacargas los solemos encontrar en los supermercados para organizar el ‘stock’ de los productos. Aunque no es el único montacargas empleado en las grandes superficies. Los empleados también utilizan el montacargas manual para colocar los productos en los estantes.
Los montacargas no solo sirven para elevar o transportar mercancías. Como los ascensores, estas plataformas elevadoras también pueden subir o bajar personas. En este caso, los montacargas son más grandes que un ascensor convencional y son aquellos que encontramos en centros comerciales, hoteles u hospitales.
Al funcionar como un ascensor, este tipo de montacargas debe cumplir las mismas normas. Así, resulta necesario colocar un teléfono de rescate y realizar trabajos de mantenimiento una vez al mes.