Lo más probable es que no es la primera vez que cuando entras en un ascensor te miras al espejo tras haber pulsado el botón. Y seguro que también te has preguntado el por que de que este ahí puesto. Pues bien, al contrario de lo que podamos pensar, su uso no es estético, ni para comprobar nuestra imagen.
El motivo fundamental fue intentar minimizar el sentimiento de claustrofobia que un lugar tan pequeño puede generar (los espejos generan sensación de amplitud), y, por otro lado, proporcionar un entretenimiento para hacer la espera hasta el piso de destino más corta. De hecho es una práctica común en otros lugares donde pueden producirse colas o esperas.
El 30 de agosto de 1957 se introdujo por primera vez un sistema de puertas automáticas en un ascensor, lo que hizo que desapareciera progresivamente el clásico ascensorista encargado de abrir y cerrar las puertas. Ésto fue una razón más por la que se instaló un espejo en el interior.
Según otra teoría, los espejos evitan actos vandálicos, ya que cuando se ve la imagen reflejada de uno mismo se tiene la sensación de estar observado y puede que se inhiba esta actitud delictiva.