Aunque el ascensor es considerado el medio de transporte más seguro, a veces no está exento de quedarse parado. En estas ocasiones, las personas que se hallan en el interior del habitáculo les queda tan solo esperar a que el ascensor retome su marcha y puedan salir finalmente.
No siempre, sin embargo, las personas están listas para ello. Nos referimos en concreto a aquellas que padecen claustrofobia. A pesar de tratarse de una fobia bastante minoritaria – se calcula que entre un 2% y un 5% de la población mundial la sufre-, hay pasajeros que temen los ascensores al tratarse de espacios cerrados y pequeños.
Pero no es precisamente el tamaño por el cual estas personas sienten fobia. El problema radica en el hecho de que la persona piensa en las consecuencias que puede tener quedarse encerrado en un ascensor. Frases como “no voy a poder salir de aquí” o “me voy a quedar sin oxígeno” suelen deambular por su mente.
Todo ello genera que, en caso de encierro, la persona claustrofóbica empiece a sudar, sienta que le falta el aire, tiemble o se maree. ¿La solución? Recordar que los ascensores son medios seguros que cuentan con múltiples mecanismos de seguridad y hay suficiente aire en su interior al contar con rejillas de ventilación.