Ascensores en los hospitales: un equipamiento sencillamente imprescindible
La importancia de los ascensores en los hospitales es innegable. En general, los elevadores se han convertido en un complemento imprescindible en casi todos los edificios, sea cual sea su naturaleza (empresas, centros comerciales, comunidades de vecinos, etc.). Incluso tienen presencia en no pocas viviendas unifamiliares, y por buenas razones. Pero en los hospitales, los ascensores juegan un papel clave.
En los centros sanitarios, los ascensores sirven para trasladar rápidamente a los pacientes y el personal médico de una planta a otra. En muchos casos los traslados serían imposibles si no existiese el elevador (pensemos en pacientes encamados, o en situaciones especialmente delicadas), por lo que la seguridad y la fiabilidad de los ascensores en los hospitales debe alcanzar su máximo grado.
Por ello, los ascensores que se instalan en los hospitales no son como los que vemos en otros edificios. Se los suele conocer como ascensores montacamas, y están especialmente diseñados para el traslado de pacientes, equipamiento médico y personal hospitalario.
Normativa más estricta para una mayor seguridad
Este diseño especial implica que los ascensores que vemos en los centros de salud están construidos en base a otros cálculos.
Por ejemplo, mientras que en un ascensor estándar se toman los 75 kilos como el peso medio habitual de una persona, en los ascensores de los hospitales este peso aumenta hasta los 100 kilos. También crece la superficie útil: 0,37 metros cuadrados por persona como máximo, y 0,28 metros cuadrados como mínimo. Y, por último, aumentan los pesos mínimo y máximo: 1000 y 6000 kilos, respectivamente.
Todas estas diferencias se establecen en la legislación europea especial que deben cumplir estos ascensores, y que está recogida en las normas EN 81-20 y EN 81-50. Obviamente estas normativas no obligan a que todos los ascensores de hospitales sean exactamente iguales, sino que establecen unos mínimos para un uso seguro por parte de enfermos y personal médico. Mínimos que, como decíamos al principio del artículo, son más estrictos que los que se contemplan en los ascensores que utilizamos habitualmente.
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