Cuando planeamos la construcción de un bloque de viviendas, una de las preguntas que suele plantearse todo ingeniero estriba en el hecho de elegir el tipo de ascensor que habrá en el interior del edificio.
Normalmente, dicha decisión se lleva a cabo entre dos modelos diferentes: el ascensor eléctrico y el ascensor hidráulico. Ambos comparten la misma función, la de transportar vecinos de una planta a otra. Sin embargo, dependiendo del número de plantas y del diseño interior del bloque de viviendas, habrá que optar por uno u otro.
La primera diferencia se halla en el propio accionamiento del ascensor. El ascensor eléctrico tan solo necesita un motor eléctrico para ponerse en marcha, que se acciona cuando se sube y cuando se baja. Mientras que el ascensor hidráulico requiere, además de dicho motor, un pistón que contiene aceite y que es propulsado para subir y bajar.
A diferencia de los ascensores eléctricos, el equipo hidráulico que compone el ascensor hidráulico no es necesario que sea instalado en el cuarto de máquinas arriba del hueco, ya que puede colocarse en cualquier lugar cercano al ascensor.
Por este motivo, el ascensor hidráulico resulta idóneo para bloques de viviendas de poca altura. Además, al no llevar contrapeso, resulta más sencillo de instalar en espacios pequeños.
A su vez, podemos optar entre dos tipos distintos de ascensor hidráulico. Por un lado, tenemos el ascensor hidráulico por impulsión directa, un ascensor que resulta el adecuado para recorridos de menos de cuatro metros. Y por el otro, el ascensor hidráulico por impulsión diferencial, el idóneo para aquellos recorridos que exceden tales metros.
Antes de que aparecieran los sistemas de regulación mediante variadores de frecuencia -que ayudan a disminuir el ruido que producen los ascensores eléctricos-, el ascensor hidráulico era la opción preferida por muchos instaladores. Hoy en día, sin embargo, los ascensores eléctricos pueden resultar igual de silenciosos que estos últimos.